El Imperialismo ha sido una constante en la historia de la humanidad, los egipcios, los griegos, los romanos, todos ellos han conseguido crear grandes imperios y esa idea no ha abandonado al hombre contemporáneo. Existen dos tipos fundamentales de imperialismo, el regresivo y el progresista. El imperialismo regresivo, es la pura conquista y explotación de recursos, mientras que el Imperialismo Progresista promueve la expansión de la civilización a las sociedades supuestamente atrasadas para elevar los estándares de vida y la cultura en los territorios conquistados. Vamos a conocer algo más de esta apasionante época de El Imperialismo en el Sisglo XIX: El Reparto del Mundo.
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El Imperialismo en el Siglo XIX | Definición
Es difícil dar una definición de imperialismo simple y acotada, ya que es un proceso histórico muy complejo, pero podríamos describirlo como el proceso a través del cual, estados poderosos someten a pueblos más débiles para satisfacer ciertos intereses. Dentro de esta acepción podríamos identificar distintos procesos similares en momentos muy diferentes de la historia, pero aquí nos abocaremos al llamado Imperialismo Moderno del siglo XIX.
El imperialismo implicó no sólo una expansión comercial y nuevas fuentes de recursos para las potencias colonizadoras, sino además, dominio político, ocupación militar y una explotación sistemática de las colonias, las cuales perdieron totalmente su soberanía. Existe una tendencia actual a limitar como “imperialismo” al proceso de expansión económica que tuvo lugar en Europa a mediados del siglo XIX, sobre todo a partir de 1870, y este fue conocido como imperialismo librecambista.
La burguesía representada por empresas, banqueros e inversionistas esperaba de este movimiento grandes utilidades. Durante este periodo, muchos países europeos, especialmente Gran Bretaña, se extendieron, primero de forma no oficial y más tarde anexaron territorios y formando colonias en África, Asia y el Pacífico.
Los factores que facilitaron la expansión imperialista, fueron:
- ECONOMICOS: Los estados europeos necesitan conseguir materias primas para su producción industrial y nuevos mercados para vender sus productos. Las potencias imperialistas tienden a obligar a sus colonias a comerciar en forma exclusiva con su metrópoli.
- DEMOGRÁFICOS: El acelerado aumento de población europea a fines del siglo XIX, provocó intensos movimientos migratorios hacia otros continentes en una búsqueda de fuentes de trabajo y mayores oportunidades
- POLITICOS: El dominio de grandes territorios, de vías de circulación y de zonas consideradas estratégicas se transformó en un símbolo de hegemonía de las potencias, en una época en que el nacionalismo hacia auge en Europa
- IDELOGICAS: Las potencias defendían su dominio, planteando que tenían una misión evangelizadora y civilizadora sobre las culturas consideradas primitivas y bárbaras.
El Imperialismo en el Siglo XIX | Causas Económicas
El descenso de los precios provocado por la crisis de 1873, gravándolos con impuestos o prohibiendo la entrada a productos extranjeros, dio lugar a la necesidad de encontrar nuevos mercados que no estuvieran controlados por este sistema.
Los Países Bajos, Inglaterra o Francia, necesitaban invertir en países de otros continentes para dar salida a su excedente de capital y lo conseguían a través de préstamos, implantando ferrocarriles, puertos, vías de comunicación, etc.
La segunda revolución industrial, necesitaba de nuevas materias primas para sus industrias y en Europa empiezan a escasear, cobre, oro, caucho, petróleo, etc. Las causas económicas fueron el fruto de la expansión del capital industrial y se vieron obligados a buscar territorios nuevos donde pudieran invertir el exceso de capitales acumulados, estos capitales encontraron una productiva salida en forma de créditos otorgados a la minoría de los indígenas.
El Imperialismo en el Siglo XIX | Causas Demográficas
En Europa, entre 1850 y 1914, se produjo un gran aumento demográfico, llegando incluso a duplicarse su población, por lo que en algunos países empezaban a escasear los recursos. Gran parte de la población, unos 40 millones de europeos, no tenían otra salida que marcharse a las colonias de su respectivo país ya que no contaban con trabajo, ni con alimentos suficientes para abastecerse todos, por ello cambiaron su residencia en busca de riquezas y mejores condiciones de vida.
Los avances médicos, nuevas tecnologías, nuevos medicamentos gracias al descubrimiento de nuevas especies de árboles y plantas, con propiedades curativas. La investigación en cuerpos ya fallecidos, facilitó el conocimiento humano en medicina.
El Imperialismo en el Siglo XIX | Causas Políticas
Las razones geoestratégicas eran resultado de la competencia por el dominio de rutas navales (escalas necesarias para el repostaje de carbón de los buques a vapor) y de espacios continentales clave, como la denominada área pivote del Asia Central o el imperio continuo en África (la continuidad territorial entre las bases navales en mares opuestos).
Algunos políticos quieren hacer olvidar rápidamente sus derrotas consiguiendo nuevos territorios. Los barcos a vapor, hicieron que la navegación también fue un factor importante, ahora son barcos capaces de llegar mucho más lejos, necesitan disponer de puntos costeros por todo el mundo para poder reponer las existencias de carbón, por lo que cuando el establecimiento de estos pasó a manos del estado, en lugar de limitarse a dicho punto, este intentó controlar cada vez más territorio. Allí donde se tenga un predominio político se tendrá el predominio de los productos, un predominio económico.
El periodo entre 1871 y 1914 fue de paz entre las principales potencias europeas, la denominada Bella Época (Belle Époque). La disponibilidad de un creciente potencial demográfico para el alistamiento se puede emplear en territorios conquistados, siguiendo o precediendo a la expansión colonial económica de las empresas y a la emigración.
El Imperialismo en el Siglo XIX | Causas Ideológicas
Existía un fuerte interés por el descubrimiento y el estudio de nuevas especies de animales y plantas, conocer nuevos territorios y realizar investigaciones de todo tipo. Esto hace que muchos científicos deseen progresar, lanzándose a la aventura consiguiendo a cambio grandes avances en campos como la biología y la botánica.
Tras conocer las teorías de Darwin sobre la evolución de las especies por selección natural, sostenían que, al igual que las distintas especies o razas, las sociedades más avanzadas tenían derecho a imponerse y a seguir creciendo aunque fuera a costa de las más inferiores o retrasadas.
El Imperialismo en el Siglo XIX | Los Distintos Imperios
El imperio Británico fue el más poderoso y extendido del mundo, llegando a abarcar en las primeras décadas delsiglo XX una cuarta parte de la población mundial y una quinta parte de los territorios del planeta.
Francia, Alemania, Italia y Rusia se lanzaron también a la conquista de colonias. Pero no sólo las potencias europeas intervinieron en el Imperialismo colonizador de fines del siglo XIX, Estados Unidos y Japón también se lanzaron en la búsqueda de nuevas conquistas.
Ahora que conocemos las causas y los protagonistas de este proceso, pasemos a ver brevemente cómo se dio su evolución histórica. En primer lugar cabe aclarar que ya desde siglos anteriores existían dominios coloniales en Asia, África y Oceanía. Durante la década de 1870, se dieron una serie de anexiones a cargo de diferentes países, pero el proceso se dio en forma bastante espontánea.
Sin embargo, ya para la década de 1880, la disputa de determinados territorios y la rivalidad entre las potencias que buscaban superar en poderío a sus contrincantes llevaron el afán colonizador hasta el conflicto bélico. En 1880-1, estalló la guerra entre los ingleses y los bóers (antiguos colonos de origen holandés), en lo que hoy es Sudáfrica.
Esta coyuntura llevó a que los estados imperialistas firmaran acuerdos entre sí para establecer ciertas “reglas” en la apropiación deterritorios coloniales.
Los conflictos continuaron latentes a través de los siguientes años, hasta aflorar nuevamente con toda su crudeza en las vísperas de la Primera Guerra Mundial. En los años siguientes de la “Era del imperialismo” el proceso de colonización se acentuó y se aceleró. En menos de una generación se produjo el llamado “reparto de África”, se dominó las poblaciones de Asia central y meridional, y se produjo la colonización de las tribus aborígenes de Oceanía. A pesar de los múltiples movimientos de resistencia de las comunidades locales, el poderío bélico y económico de las potencias logró sofocarlos. A continuación encontraréis dos videos en los que veréis exactamente qué áreas quedaron bajo la influencia de que potencias.
El Imperialismo en el Siglo XIX | Consecuencias del Imperialismo
El Imperialismo tuvo numerosas consecuencias, por un lado para los países capitalistas y colonizadores, pero sobre todo para los territorios colonizados.
- DEMOGRÁFICAS: La población comenzó a sufrir un importante incremento debido a la disminución de la mortalidad, la introducción de la medicina moderna occidental y los avances médicos. Todo esto se tradujo en un desequilibrio entre población y recursos, que aún hoy día persiste. No obstante, en algunas zonas, la población autóctona sufrió una drástica reducción (especialmente durante la primera fase del imperialismo), como consecuencia de la introducción de enfermedades desconocidas (viruela, gripe, etc). En otros lugares, la población indígena fue simplemente reemplazada por colonos extranjeros.
- ECONÓMICAS: La explotación económica de los territorios adquiridos hizo necesario el establecimiento de unas mínimas condiciones para su desarrollo. Se crearon infraestructuras destinadas a dar salida a las materias primas y agrícolas que iban destinadas a la metrópolis. Las colonias se convirtieron en abastecedoras de lo necesario para el funcionamiento de las industrias metropolitanas, mientras éstas colocaban sus productos manufacturados en los dominios. La economía tradicional, basada en una agricultura autosuficiente y de policultivo, fue sustituida por otra de exportación, en régimen de monocultivo, que provocó, en gran medida, la desaparición de las formas ancestrales de producir y la extensión de cultivos.
- SOCIALES: Las consecuencias sociales se manifestaron en la instalación de una burguesía de comerciantes y funcionarios procedentes de la metrópolis, que fueron los que ocuparon los niveles altos y medios de la estructura colonial. En algunos casos, se asimilaron determinados grupos autóctonos dentro de la cúspide social, eran las antiguas élites dirigentes y miembros de determinados cuerpos del ejército o la función pública colonial. En ambos casos su asimilación fue acompañada de una profunda occidentalización. Cuando, a raíz del proceso de descolonización, comienzan a surgir estados a partir de lo que fueron colonias, esos grupos sociales ocuparán una posición relevante en la administración y el gobierno de los nuevos países.
- POLÍTICAS: Los territorios dominados sufrieron un mayor o menor grado de dependencia respecto a la metrópolis, en función del tipo de organización administrativa que les fue impuesto. Sin embargo, esta dependencia no estuvo exenta de conflictos, que fueron el germen de un anti imperialismo protagonizado generalmente por las clases medias nativas occidentalizadas, que reclamaban la toma en consideración de las tradiciones autóctonas. Ello se canalizó a través de las premisas del juego democrático que las metrópolis defendían para sí mismas pero que negaban a sus colonias: libertad, igualdad, soberanía nacional, etc.
- CULTURALES: El imperialismo condujo a la pérdida de identidad y de valores tradicionales de las poblaciones indígenas y a la implantación de las pautas de conducta, educación y mentalidad de los colonizadores. Asimismo, supuso la adopción de las lenguas de los dominadores (especialmente el inglés, el francés y el español). Todo esto llevo a una fuerte aculturación de los pueblos idígenas, se les impuso la religión cristiana (católica, anglicana, protestante, etc), se desplazó a los credos preexistentes en muchas zonas de África o bien se fusionó con esas creencias, conformando doctrinas de carácter sincrético.
- ECOLÓGICAS: La introducción de nuevas formas de explotación agrícola y el descubrimiento de nuevas especies vegetales y animales provocaron la modificación o destrucción de los ecosistemas naturales. Así, por ejemplo, el bisonte fue casi exterminado en las praderas americanas; el conejo se convirtió en una auténtica plaga tras su introducción en Australia, donde carecía de depredadores naturales; las grandes selvas tropicales fueron objeto de deforestación causada por la sobreexplotación maderera y la introducción de los monocultivos de plantación; los ríos fueron contaminados con residuos procedentes de los sistemas de extracción de metales preciosos.
La superioridad económica, armamentística y de infraestructuras de las potencias colonizadoras obligó literalmente a estos pueblos a convertirse en meros instrumentos para el enriquecimiento de los imperios. Muchas de estas consecuencias, por no decir todas, se siguen dejando ver, por ejemplo, en el África negra, un territorio que ha perdido su identidad desde la época del imperialismo y cuyos países llevan años sumidos en irracionales guerras civiles.
Una de las consecuencias más evidentes tiene que ver con el ámbito geográfico, y es la reordenación de numerosos terrenos y la aparición de grandes imperios, en especial el Imperio Británico. Estos imperios dominaban grandes zonas de terreno con fronteras difusas, y habitualmente obligaban a los pueblos que allí vivían a unirse o separarse en contra de su voluntad. Esto creó tensiones contra los imperios y entre los propios pueblos, algunas de las cuales persisten hasta hoy en día. También se produjeron numerosos cambios sociales.
Muchas poblaciones indígenas fueron apartadas de sus territorios, otros optaron por el éxodo rural para trabajar como obreros, construyendo infraestructuras o en plantaciones agrícolas. Muchos sufrieron la llamada marginalidad urbana.
Por otro lado, los pueblos colonizados tuvieron que dejar atrás su cultura, su lengua o sus tradicionales religiosas para acatar las normas, leyes y creencias de los pueblos imperialistas. Principalmente se impuso la religión cristiana y las lenguas francesa e inglesa, provocando en los pueblos colonizados una pérdida de sus valores y señas culturales ancestrales.
Las colonias también fueron territorio habitual de combate entre las potencias colonizadoras. Estos terrenos, alejados de la “madre patria” eran un buen lugar medir fuerza en batalla sin causar pérdidas en la propia nación. Por ello, muchas de estas naciones colonizadas no vivieron en tranquilidad con la llegada de los colonizadores, sino que en muchos casos también fueron obligadas a combatir contra el enemigo del imperio.
Una de las principales razones que tenían los colonizadores para establecerse en los nuevos territorios era aprovechar su potencia económica y de infraestructuras para sacar todo el beneficios posible de los recursos naturales que poseían dichas colonias. En este sentido, también se cambiaron los métodos tradicionales de producción en pos de otros sistemas más europeos y mecanizados.
El sistema de agricultura de subsistencia ancestral dejó paso a nuevos métodos cuyo objetivo principal era lograr el mayor volumen de exportaciones posible. En definitiva, las colonias se convirtieron en un buen sitio donde adoctrinar a las gentes, saquear los recursos, abastecer a la metrópoli y dirimir batallas contra los enemigos. Esto provocó el aumento de las tensiones con los pueblos y entre imperios que terminarían por desembocar en la 1ª Guerra Mundial.
El Imperialismo en el Siglo XIX | Justificación Ideológicas
Los estados imperialistas, especialmente Gran Bretaña y Estados Unidos, justificaron sus actuaciones en los países que colonizaban no solo argumentando causas políticas y económicas, sino también razones supuestamente racionales. Ciertamente, los países imperialistas pusieron en marcha una compleja maquinaria propagandística e ideológica cuyo objetivo era presentar y convencer a toda su población de que sus motivos para realizar tales acciones estaban justificados desde un punto de vista moral.
La más importante de estas justificaciones se basó en la que se ha venido llamado la teoría del darwinismo social. Esta teoría, derivada de los estudios sobre la evolución de las especies de Charles Darwin, que indicaba que el proceso evolutivo no solo se aplicaba a los animales, sino también a la especie humana y a las instituciones gubernamentales.
Así, las instituciones más avanzadas y más fuertes eran naturalmente más aptas para la supervivencia y tenían el derecho de extenderse sobre las demás para “civilizarlas” e implementar en otros lugares menos desarrollados su forma de vida superior. Según esta línea de pensamiento, los pueblos dominados eran inferiores, por lo que no solo era el derecho de los países más poderosos sino incluso su deber moral ayudarles a mejorar a través de su dominio y de la extensión de su vasto conocimiento.
Con el tiempo, esta visión llegó a radicalizarse enormemente y en algunos sectores políticos se estableció la creencia de la “supervivencia del más apto“, es decir, que para continuar evolucionando se tenía que exterminar a aquellos individuos que fueran más débiles, que no fueran considerados válidos para la sociedad o que, directamente, fueran tenidos como inferiores, pues lastraban la mejora de la sociedad. Este tipo de creencias se extendió mucho y se encuentra en la base de actuaciones tales como el exterminio sistemático de indígenas, la aplicación de teorías relacionadas con la eugenesia y de diversas políticas de mejora de la raza aria impuestas por el gobierno nazi, por citar solo algunos ejemplos.
Asimismo, muy relacionada con esta teoría se encuentra otra idea que se hizo muy popular durante la época imperialista y que defendía que había una gradación o una escala evolutiva también en las razas humanas que indicaba que el hombre blanco era la especie más evolucionada del planeta. A partir de él y en una escala descendente, el resto de las razas eran consideradas más primitivas, lo que le daba a los pertenecientes a esa cúspide evolutiva una ventaja natural sobre los demás. Esas personas que se encontraban por debajo de ellos según esta ideología eran consideradas menos inteligentes, menos desarrolladas y menos capaces en todos los ámbitos, llegándose en muchos casos a considerar al resto tan inferiores que se presentaba la necesidad de que fueran custodiados y titulados por quienes se consideraban sus superiores en todos los sentidos.
Esta forma de pensar daba al imperialismo un claro revestimiento moral: las acciones que se llevaban a cabo en diferentes territorios de África, Asia y Oceanía no estarían realizando acciones hostiles contra territorios que eran iguales que ellos, sino que estaban ejerciendo la obligación que tenían de tutelar y llevar a la civilización a aquellos pueblos que prácticamente se consideraban salvajes. Su superioridad, por lo tanto, les daba todo el derecho que necesitaban para llevar a cabo las actividades relacionadas con la dominación y explotación de diversos territorios de otros continentes.
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